"Las elegidas" Novela ganadora del Certamen Nacional de Literatura Erótica 2016

Cuentos Fantásticos y de Terror

Novelas Cortas

domingo, 30 de septiembre de 2018

"Donde todo termina" (Mención de Honor Instituto de las Letras 2016)

Donde todo termina
Por
Rogelio Oscar Retuerto


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A Marcelo
y a todos los locos que nos devolvió
 la guerra.

No sé para qué volví a las islas. Tal vez, para reencontrarme con el pibe que deje acá hace treinta y cuatro años. Lo único que recuerdo fue levantarme una mañana, agarrar la pistola y ponerle una bala en la recámara. Después no recuerdo más nada. Sí recuerdo mi soledad, una sensación fría y amarga, insoportable. Quizás todo comenzó cuando decidí presentarle batalla a la soledad ¡Qué burla del destino! “La Soledad”. Esa fue siempre fría como una roca. De la de al lado no pienso hablar. En esa murieron Tito y el gordo Roque. “Malvina”. Es la más fría y funesta.
Acá perdí un ojo y una pierna. Quizás por eso los kelpers dejaron que me quede, porque dicen que yo nací acá, que es a dónde pertenezco, que en estas islas nací de nuevo hace treinta y cuatro años.        
Creo que fui yo el que comenzó todo, porque este lugar es tan chico que acá nadie pierde nada. Sin embargo tuve que venir yo a perder a mis amigos. Después perdí un ojo y una pierna y con ellos mi país perdió una guerra.
Cuando regresé a las islas me dieron una casita y un gato negro. Lo de la casita lo entiendo, ¿pero el gato? Creo que me lo dieron para ponerme a prueba, para ver si sigo perdiendo las cosas. Y no se equivocaron, porque lo perdí. Hice un montón de avisos escritos con marcador en hojas de carpeta y los pegué en todos los postes de la isla. Mi sorpresa sobrevino al día siguiente, cuando agarré mis muletas y salí a dar una vuelta. Los carteles estaban, pero habían perdido todas las letras. Fui a casa y busqué el marcador, pensé que se podía haber borrado (aunque no había llovido); pero no: era de tinta permanente. Al día siguiente salí y los carteles habían desaparecido (aunque no había soplado el viento). No me hice problemas. El problema llegó cuando desaparecieron los postes, y no porque me diera miedo el suceso, sino porque toda la isla se quedó sin luz. Después desaparecieron las veredas y eso no constituyó ningún problema: la gente comenzó a caminar por las calles (acá nunca hay transito). Pero seguidamente desaparecieron las calles y todo el mundo quedó encerrado en sus casas. Luego desaparecieron las casas con todo el mundo adentro. Por último desapareció la isla y me quedé flotando en este mar de recuerdos.
Podría haberme sentido culpable, pero no lo hice. Después de todo, fueron ellos los que me dieron el gato.
Sé lo que sigue y no me da miedo. Quizás podría nadar hasta la isla de al lado, esa en donde murieron Tito y el gordo Roque. Pero ahí me viene el miedo de que todo comience de nuevo. Prefiero permanecer acá, donde todo termina y quedarme flotando por el tiempo que esto dure.


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